En 1991 comencé la tesina en la Facultad de Filosofía de la Universidad Pontificia de Salamanca. Uno de mis profesores, también zamorano, me propuso hacerla sobre Agustín García Calvo y la dirección de la misma. En aquel momento mi preferencia era Xavier Zubiri y rechacé la propuesta. Todavía me sigo arrepintiendo. Y es que haber tenido la oportunidad de acercarme al maestro en vivo y en directo hubiera sido maravilloso.
Después, con el tiempo, me he ido aproximando a él a través de la lectura. Como decía Mecano en uno de sus temas: «Los genios no deben morir».
Agustín García Calvo (1926-2012) fue un filólogo, poeta, dramaturgo y pensador español, nacido en Zamora. Estudió Filología Clásica en la Universidad de Salamanca y tras una carrera académica destacada, se convirtió en catedrático en la Universidad Complutense de Madrid.
Su vida estuvo marcada por un fuerte compromiso político, lo que le llevó a ser destituido de su cátedra en 1965 por la dictadura franquista. Esto lo obligó a exiliarse en Francia, donde continuó enseñando en la Universidad de Lille y el Collège de France. Volvió a España en los años 70, retomando su puesto académico hasta su jubilación en 1992.
García Calvo fue un pensador crítico con las estructuras de poder, la democracia burguesa y el capitalismo, expresando estas ideas en ensayos como Contra la Realidad y Contra la Paz. En sus escritos, defendía el valor del «pueblo» como opuesto a la masa manipulada por el poder. Entre sus obras filosóficas más importantes están Lecturas presocráticas y Razón común.
Como poeta, García Calvo se destacó por su estilo lírico sencillo pero profundo, con libros como Canciones y soliloquios, Del tren (83 notas o canciones) y Libro de conjuros. Además, fue un dramaturgo prolífico, con obras como Baraja del rey don Pedro, que le valió el Premio Nacional de Literatura Dramática en 1999.
Su legado sigue vivo tanto en su obra escrita como en las adaptaciones musicales de sus poemas, como las realizadas por Amancio Prada y Chicho Sánchez Ferlosio.
No puedo dejar de compartir con vosotros el poema «Libre te quiero» de Agustín García Calvo, de la mano de Amancio Prada. Maravilloso. Espectacular.